Bienestar contra reloj
Bienestar contra reloj
Lunes, 24 de Septiembre de 2012 02:38
Escrito por Gladys Linares
Cuba Actualidad, Lawton, La Habana, (PD) Osiris había planeado almorzar
con tranquilidad en el barrio chino, así podría disfrutar de un rato de
aire acondicionado en medio de un largo día de calor y tiendas. Escogió
para ello uno de los muchos restaurantes que adornan "El Cuchillo", ese
callejón de una escasa cuadra de longitud que hace diagonal con Zanja.
Y allí estaba ahora, tratando de ignorar a aquel dependiente, uno de los
tantos mediocres que con sus muestras de impaciencia nos echan a perder
nuestros momentos de bienestar. De pronto, se dio cuenta del motivo de
aquel apuro: en otra mesa había tres turistas sexuales con tres
jineteras. "Este debe estar pensando que la propina de aquella gente
será mayor que la mía."
Y se tomó su tiempo para mirar el menú, hasta que encontró algo que en
realidad se adecuara a su apetito.
Al salir del lugar –sin dar propina- Osiris se dirigió a la Casa de
Cambio (Cadeca) más cercana, pues necesitaba cambiar dinero.
Le sorprendió bastante no encontrar mucha cola, pero en unos minutos su
alegría se convirtió en decepción al comprobar que las pocas personas
que tenía delante no se habían movido en ese tiempo.
Una señora le preguntó a un guardia el por qué de la demora, y este le
contestó que estaban instalando un software, y que el servicio se
reanudaría en veinte minutos. "Veinte minutos puedo esperar", pensó
Osiris, y comenzó a hacer ejercicios mentales para entretenerse.
Pasaron los veinte minutos, pasaron veinticinco, pasaron treinta, y la
muchacha se impacientaba, pues aún le quedaban por hacer varias compras.
Exactamente a los treinta y dos minutos, comenzaron a atender al primer
cliente. Al llegar su turno, Osiris se demoró involuntariamente cerrando
su sombrilla. "¡Vamos, vamos!", la apuró el guardia. Osiris lo ignoró,
aunque no le gustó nada volver a tropezarse con la ya casi cotidiana
impaciencia.
Una vez concluida su operación en la caja, se tomó su tiempo, como
siempre, para contar el dinero y guardarlo en lugar seguro, no fuera a
dar con algún carterista. Entonces oyó decir al guardia, dirigiéndose a
ella: "¡Vamos, rápido, que estamos contra reloj!"
Osiris no se pudo aguantar, y encaró al guardia, que pagó ese día por
todos los empleados públicos –desgraciadamente cada día más numerosos-
que no saben ser amables con sus clientes:
- Que yo sepa –le espetó-, usted está en su centro laboral, y todavía le
faltan horas para terminar su jornada, así que no tiene apuro por ir a
ningún lugar. La que está contra reloj soy yo, que me han hecho perder
casi una hora en el sol, y todavía me queda un mundo por hacer, ¡así que
no me apure!
Y con la misma le dio la espalda, se guardó muy bien su dinero en el
bolsillo, y se fue con la cabeza muy en alto, antes de que el custodio
tuviera tiempo de cerrar la boca.
Para Cuba actualidad,
http://primaveradigital.org/primavera/cuba-sociedad/sociedad/5272-bienestar-contra-reloj.html
Recent Comments