La Presencia Ausente

La Presencia Ausente

[22-09-2012]

Pedro Corzo

Editor y periodista

(www.miscelaneasdecuba.net).- A veces se escribe más con los

sentimientos que con quieto razonamiento, y es cuando la angustia toma

las riendas de los sentidos, y el decir frío y estudiado, es barrido por

la abrumadora pena de perder un ser querido, a lo que se puede sumar

el no estar en su cortejo porque un poder despótico lo impide o por

propia voluntad, en base a convicciones, te niegas a implorar un derecho

al que tienes derecho.

En el extenso y doloroso legado del totalitarismo cubano la separación

familiar ocupa un lugar relevante y en consecuencia, los traumas

emocionales que causa, inciden de alguna forma en las víctimas de la

ausencia y en la sociedad en las que estas se establecen.

Más de medio siglo de de prisión política, exclusión, represión,

sectarismo y persecución, han impuesto un alto precio a toda la familia

cubana. La separación ha sido cruenta y dolorosa, incluido para aquellos

que en el principio del castrismo afirmaban que la Revolución era más

importante que su propia madre.

Dividir la familia física y espiritualmente fue un propósito que aunque

la dictadura no pudo concretar, si germinó y creció en muchas personas.

Por década la utopía mezclada con el miedo, quebró muchos lazos de

sangre y amistad, que aunque hoy estén en proceso de recuperación, dejan

en la conciencia de la víctima y del victimario, huellas que es de creer

preferirían no cargar.

En el presente muchos de los resentidos de oficio de una y otra

vertiente, les ha vencido la realidad y se han percatado que las ideas

nunca debieron vencer el amor ni la amistad, lo que tal vez signifique

que la única enseñanza positiva que deje el castrismo es que junto a las

ideas pueden estar los sentimientos, y que cuando una ideología obliga a

odiar o despreciar a quien has amado y respetado, debes desecharla.

Durante muchos años el control fue tan absoluto que los familiares

conocían de la muerte de un ser querido meses después de ocurrida,

situación que ha cambiado, pero no por decisión gubernamental, sino

porque ya es imposible un control absoluto de los medios y los sicarios

del presente no padecen la ceguera estúpida de los que les precedieron.

Hasta hace pocos años no era posible ayudar material y espiritualmente a

la familia, pero a pesar del relajamiento de algunas prohibiciones, las

restricciones que impone la dictadura siguen siendo de extrema

severidad, porque el poder totalitario pretende sojuzgar los

sentimientos, represar la pena, para que la familia piense que no se

comparten las angustias comunes.

Son muchos los diseminados por todo el orbe. Nietos y abuelos, padres e

hijos, parientes de cualquier grado de consaguinidad, han crecido,

envejecidos, enfermados y muertos en la distancia de al menos un ser

querido, algo que todos conocemos, pero que solo sentimos en su plenitud

cuando la tragedia deja ser del otro y como ave de rapiña nos hace presa

con sus garras.

No estar en la partida definitiva de la persona que amamos es

devastador. La ultima visión de la persona querida y el tono de su voz,

retumba en la conciencia y te cuestionas si tienes el derecho de faltar

a una cita para la que no existe una segunda oportunidad.

Cierto que en el caso de los exiliados la dictadura tiene la última

palabra, pero también cada uno de nosotros tiene la oportunidad de tomar

una decisión al menos en el plano emocional, con la que tendrá que

cargar lo que le reste de existencia, porque cualquier actuación

repercutirá en lo más profundo de los sentimientos y convicciones, que

dolorosamente no siempre son compatibles.

Se padece, ante la perdida irreparable, un marasmo de ideas y

sentimientos que tienen una gran semejanza al desconcierto que ocasiona

el miedo cuando te consume.

Vives una situación que demanda voluntad y entereza para enfrentarla, y

poder cumplir lo que entiendes son tus deberes con el amor y la palabra

empeñada, porque si es cierto que el despotismo determina el exilio, tus

sentimientos e ideas son las que harán posible el punto de encuentro

necesario para encontrar la paz sin remordimientos y poder acompañar,

con la conciencia en paz, más allá de tu ausencia, el ultimo andar de

quien amaste tanto.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=37174

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