Llegar a viejo, pero no para descansar
Llegar a viejo, pero no para descansar
La proporción de ancianos crece aceleradamente en Cuba, pero la
"actualización del modelo" no les augura una vejez color de rosa.
Rolando Cartaya/ martinoticias.com
septiembre 21, 2012
Muchos ancianos venden maní tostado o lo que aparezca para llegar a fin
de mes
Allá por la década de los 70 el genial comediante cubano Enrique
Arredondo solía recomendar: "No te metas a viejo, que después no puedes
salir". Pero eran otros tiempos. Mejores. El estado socialista sostenido
por la Unión Soviética y el CAME se ufanaba de su red de seguridad
social, y después de la jubilación uno podía esperar una vejez más o
menos digna y relajada.
Esta semana, en cambio, en una entrevista telefónica con un joven
cubano, la colega Norma Miranda inquirió primero su edad y su nombre. "
26 años, Roberto", contestó. Luego, Norma le preguntó a Roberto cómo
vislumbraba su vejez en Cuba. "Prefiero quedarme en los 26", fue su
respuesta.
La insistencia del gobierno de Cuba en apostar al futuro con la
"actualización" de un modelo económico que en más de medio siglo ha no
ha logrado satisfacer las necesidades básicas de la población, parece
estar en la raíz de un creciente temor entre los cubanos más jóvenes a
llegar a la tercera edad.
Un reportaje de Inter Press Service (IPS) fechado en La Habana señala
que en la isla la responsabilidad del cuidado de los más ancianos está
empezando a recaer en los jóvenes.
La autora, Patricia Grogg, pone el ejemplo de Mabel Suárez, una joven de
22 años que, con buena parte de la familia establecida fuera de Cuba, ha
tenido que dedicarse a cuidar a su bisabuela y probablemente tendrá que
hacer lo mismo con sus abuelos y sus padres.
Grogg anticipa que "Suárez no solo pasará la vida en franca minoría para
enfrentar el envejecimiento de sus seres queridos", sino que "cuando a
ella misma le toque envejecer podría haber muy pocos en su entorno en
condiciones de cuidarla".
Las proyecciones que cita así lo confirman: "Cuando ella cumpla 35 años,
en 2025, cerca del 26 por ciento de los cubanos tendrán 60 años o más, y
la edad promedio se habrá elevado a 44".
Cuba presenta la paradoja de ser un país del Tercer Mundo con un
envejecimiento poblacional comparable al de países desarrollados. El
economista independiente Oscar Espinosa Chepe, que ha escrito
extensamente sobre el tema, apunta que la tasa de fecundidad cubana es
la más baja de América Latina y es incluso inferior a la de China, un
país que aplica fuertes controles de la natalidad.
Chepe describe el fenómeno como una verdadera bomba de tiempo "con
perversas consecuencias económicas y sociales" para el país.
Aunque el gobierno lo atribuye a "logros" de la revolución como la mayor
esperanza de vida, el economista cree que las causas radican sobre todo
en la negativa de las familias cubanas, en medio de adversas condiciones
existenciales, a reproducirse a un ritmo que permita el reemplazo de la
población; y en el permanente éxodo de los cubanos, a pesar de los
férreos mecanismos de control de la emigración.
Agrega que, a menos que haya un cambio del modelo económico que resulte
en más productividad y mejores condiciones de vida, la población
económicamente activa será cada vez menor con relación a las personas no
aptas para trabajar, y el país se verá abrumado por el aumento de los
pagos a jubilados y las enormes inversiones en atención a la salud,
seguridad social y otras requeridas para atender a tantas personas de
edad provecta.
El encargado de la sección Acuse de Recibo en el diario oficialista
Juventud Rebelde, José Alejandro Rodríguez, coincide en lo esencial con
Chepe. En un artículo publicado en la web Progreso Semanal, administrada
desde Miami, dice Rodríguez:
"Si nuestros viejos vivirán cada vez más, y vamos a ser menos, Cuba
tendrá que vérselas con realidades inéditas, para las cuales aún no
tiene todas las condiciones económicas y de recursos: Una presión sobre
los gastos de seguridad y asistencia social que sólo puede solventar una
economía eficaz y con incesante reproducción ampliada; dificultades en
el remplazo de la fuerza de trabajo en un futuro; la necesidad de una
red de hogares de ancianos que sobrepase en número y confort –siempre
habrá la atención calificada– a los escasos que presiona hoy la demanda
de ese servicio; el fortalecimiento de la Geriatría y Gerontología en
los servicios de salud e investigaciones; y superiores posibilidades de
alimentación y transportación, entre otras condicionantes".
Volviendo al reportaje de IPS, Patricia Grogg aventura que quizás este
contexto explique por qué una encuesta realizada entre estudiantes de la
Universidad de La Habana detectó sentimientos de rechazo hacia la vejez,
que la mayoría de las personas entrevistadas identificaron con la
decadencia y la soledad.
Según el estudio "Representación social de un grupo de estudiantes
universitarios acerca de la vejez", realizado por la Cátedra de
Antropología de la Facultad de Biología, los encuestados temían la
ausencia de reconocimiento social una vez llegados a viejos. Además de
incertidumbre, la muestra halló "tristeza, miedo y temor a la soledad, a
no ser atendidos y cuidados por la familia" en la tercera edad.
La investigación propone, ante la desvalorización social de la vejez,
desarrollar estudios (…) que contribuyan a que las personas, en su
tránsito por la vejez, se sientan útiles y participen en las diversas
tareas de la comunidad donde residen.
Pero muchos ancianos en Cuba, por muy jubilados que estén, no tienen
tiempo para dedicarse a actividades "socialmente útiles", a menos que
éstas les fueran monetariamente remuneradas.
Es ilustrativo en ese sentido que en la isla los ancianos ostenten "el
monopolio nacional de la compra del periódico", como apunta en Cubanet
Julio César Alvarez.
Explica el autor que "no es que nuestros viejitos estén particularmente
interesados en las 'noticias' y diatribas con que cada mañana nos
castiga Granma; ni que no se les ocurra nada mejor que hacer cola. Sino
que, si tenemos en cuenta que la pensión por jubilación promedio en Cuba
es de apenas 10 ó 12 dólares mensuales, es fácil deducir que para muchas
de estas personas (…) los centavos obtenidos mediante la reventa del
periódico significan la diferencia entre tener el estómago lleno o vacío".
Los que no están aptos para tales "pataleos", se ven obligados para
sobrevivir a privarse de productos que el gobierno les vende por la
libreta de racionamiento y revenderlos. En una crónica para Cubanet,
Gladis Linares contaba el caso de Rafaela.
Quienes no pueden hacer otra cosa, revenden para sobrevivir parte de la
la cuota del racionamiento
Con una pensión de 242 pesos mensuales, aun vendíendo sus cuotas de
chícharos y cigarros, Rafaela se las veía negras para comer todos los días.
Como su dentadura es postiza, decidió empezar a lavarla con el jabón que
recibía por el racionamiento y vender también la pasta dental. Pero
luego el gobierno, en su imperiosa eliminación de subsidios y
gratuidades,recortó las entregas de jabón racionadas para empezar a
venderlo en pesos convertibles, y Rafaela tuvo que escoger: "O como, o
me baño".
El bloguero (Ancla Insular) y periodista independiente Miguel Iturria
Savón sitúa sin titubear a los ancianos en la que llama "la legión de
seres alienados por el hambre, víctimas de la desproporción entre el
salario y los precios de las mercancías".
Escribe Iturria en Cubanet:
"No es agradable tropezar con personas que al caminar exhiben su miseria
sin proponérselo. La llevan en el rostro, en la ropa sucia y descosida,
en los zapatos, el peinado y hasta en el alma. Salvo excepciones,
parecen zombis insepultos, espectros bajo el sol en las calles de
nuestras ciudades. Nadie como ellos revela la crisis y la falta de
oportunidades del país".
"La pobreza es mayor de lo que suponemos. Basta con mirar la presencia
gris de quienes caminan sin rumbo (…) los mendigos, los locos sin apoyo
estatal, los borrachos que deambulan de la casa al bar y los viejitos
cuya pensión mensual les dura una semana".
Pero a ese "escuadrón de la pobreza extrema" le suma "las viejitas de
barrio, esas que cuentan las pesetas y maldicen al joven dependiente que
altera la balanza".
En el pragmatismo cínico y el "sálvese quien pueda" que desde los 90
instituyó en la isla el llamado Período Especial, los ancianos han sido
también víctimas preferenciales de todo tipo de gente sin escrúpulos:
ladronzuelos con vista de rayos equis; camaleónicos estafadores;
funcionarios venales y hasta codiciosos y despiadados familiares.
Un estudio sobre la violencia Intrafamiliar contra los ancianos escrito
por Celín Pérez-Nájera, profesora de Criminología de la Facultad de
Derecho en la sede universitaria de Ciego de Ávila, identifica los
tipos de maltrato que más se evidencian en el seno familiar hacia los
viejitos:
Físico (golpes, quemaduras, lesiones graves); psicológico
(intimidaciones y manipulaciones); financiero (adueñarse de su dinero y
bienes, sin su autorización o aprovechando su incapacidad);y abandono
(desatender su nutrición, higiene, salud, o como sucede "en muchas
oportunidades", expulsarlos "de su propio hogar" y enviarlos a centros
asistenciales).
Pérez-Nájera explica que el maltrato hacia los ancianos "es producto de
una deformación en nuestra cultura, que siente que lo viejo es
inservible e inútil. De una u otra manera los viejos son sentidos como
estorbos, y como una carga que se debe llevar a cuestas, además de la
familia que hay que sostener". Y agrega que "por ello son generalmente
abandonados, segregados y enviados a otros lugares".
Es cierto que todavía en Cuba una mayoría de los ancianos están bajo el
cuidado de la familia, En muchos casos, como el de Lilia, una de
nuestros entrevistados, se trata de una decisión voluntaria de los
familiares.
Pero no siempre los ancianos son atendidos porque los familiares
quieren, sino porque en Cuba los asilos son pocos y, salvo los que
gestiona la Iglesia Católica, suelen estar en pésimas condiciones,
explica Aimée Cabrera, una de las fundadoras de la prensa independiente.
Cuando los familiares atienden al anciano no por amor, sino porque no
les queda otro remedio, el hacinamiento habitacional, la estrechez
económica y otras dificultades características de la sobrevida en la
isla, unidas a la progresiva pérdida de valores, alimentan la percepción
del anciano-estorbo-inútil, y con ella, el maltrato y el desprecio
contra los abuelos.
En los años 70 el ya fallecido dramaturgo cubano Héctor Quintero
escribió un libreto sobre la soledad y el abandono de las personas de la
tercera edad y lo tituló "La última carta de la baraja". Quintero
estrenó su obra veinte años antes de que comenzara –y nunca terminara–
el Período Especial. Imagínese ahora.
http://www.martinoticias.com/content/article/15002.html
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