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El gran alarde de Raúl Castro

El gran alarde de Raúl Castro
El General Castro no puede hacer frente a General Motors o General Electric
Eugenio Yáñez, Miami | 05/02/2015 8:47 am

Raúl Castro habló claro y fuerte en la Cumbre de CELAC en Costa Rica. A
gobernantes extasiados con el antiimperialismo del régimen, y la
izquierda cuyo deporte preferido es atacar a EEUU.
Sin , habló sobre todo para La Caverna en la Isla: los
“come-candela”, los “patria o muerte”, los de “pa’lo que sea, Fidel,
pa’lo que sea”, siempre listos para el mitin de repudio, la golpiza, la
cajita del almuerzo o la jabita mensual. Los que después de más de medio
siglo en la estulticia se sienten colgados de la brocha desde el 17 de
diciembre, cuando Raúl Castro les quitó la escalera. Más aun después del
discurso de Obama sobre el Estado de la Unión y las medidas de
relajamiento del embargo, que mueven al mundo a clamar: “Raúl Castro:
levántate y anda”.
Personas que respeto y estimo consideran el discurso de Raúl Castro en
San José de Costa Rica, coordinado con la carta de a la FEU
el día anterior, el pistoletazo de arrancada para liquidar la política
de acercamiento de Obama, que habría fallecido seis semanas después de
anunciada.
A quienes dicen eso les sigo respetando y estimando, aunque yo tengo una
percepción alternativa sobre esos acontecimientos. Para decirlo menos
sofisticadamente, mi opinión es diferente a la de ellos. Lo cual no
significa que estén equivocados y yo tenga razón. ¡Como si no fuera
posible un error mío o, peor aun, que estuviéramos equivocados tanto
ellos como yo! Y de antemano aviso que mi punto de vista no gustará a
muchos.
El Partido Comunista de Cuba, después de más de medio siglo hablando de
chicharrones no puede hablar ahora de colesterol. Cambiar el lenguaje
virulento sobre el imperialismo al más oportunista sobre “el vecino del
norte” no se logra en dos días. Y las expectativas de los cubanos de a
pie se elevaron demasiado el 17 de diciembre: si la causa de todos los
males y pesares, decía el régimen, era la hostilidad de EEUU, la
“normalización” de relaciones debería traducirse casi de inmediato en
mejoría de las condiciones de vida. Algo que nunca ha estado ni está en
los planes de ninguno de los Castro o sus presuntos herederos, más allá
de lo imprescindible para que no estalle la olla. Pero los cubanos en la
Isla se alborotan: rumores en la calle dicen que a partir de abril se
espera un millón de turistas americanos por semana. Es imposible, pero
ese es el rumor.
Siendo así, tanto el líder “histórico” de la llamada revolución (que
aparentemente no estaba muerto, como aseguraban muchos), como su hermano
menor y actual gobernante, tenían que lanzar urgentemente baldes de
fría sobre las esperanzas y anhelos de la población. ¿Y qué mejor manera
de hacerlo que exigir condiciones que los cubanos saben que no
prosperarán, y que a la vez inyectan “moringa revolucionaria” al
antiimperialismo de los duros de la Isla?
Nadie en su sano juicio entendería que la superpotencia más poderosa de
la historia, por una simple pataleta de Raúl Castro, aceptara entregar
la Base Naval de Guantánamo, levantar el embargo, eliminar Radio y TV
Martí, y regalarle al régimen más de un millón de millones de dólares de
los contribuyentes americanos en compensación por supuestos daños
causados por “el criminal bloqueo” durante más de medio siglo (¿de qué
esotérica contabilidad del régimen surgiría esa fabulosa cifra?). Y todo
eso a cambio de nada, de a porque sí. “No sería ético, justo ni
aceptable que se pidiera a Cuba nada a cambio. Si estos problemas no se
resuelven, este acercamiento diplomático entre Cuba y no
tendría sentido”, dijo en Costa Rica el .
La misma historia de los desquiciados “cinco puntos” de Fidel Castro
cuando la Crisis de Octubre. Siempre creyéndose ombligo del mundo.
Ahora, después de más de medio siglo con el régimen proclamando la misma
cantaleta de David y Goliat, el hermano menor intenta que el régimen
pase de víctima plañidera a guapo de barrio, y exige a EEUU casi una
rendición incondicional. ¿Con qué? Una superpotencia impone condiciones
cuando desea. O una potencia podría hacerlo por un tiempo, no mucho más.
Sin embargo, no puede hacerlo la dictadura cubana, con el país en
bancarrota, agotado, descapitalizado, ineficiente, perdiendo población
continuamente, y sin perspectivas de mejoría en ningún terreno. Un país
que vive de subsidios y regalos de , otro país en crisis por su
gobierno de ineptos y corruptos, cuyo torpe gobernante, actual mecenas
del régimen de los Castro, no duerme tranquilo, inventando
conspiraciones de todo el mundo contra él, y preguntándose cómo estará
mañana el precio del petróleo.
Entonces, aunque se alegue, con razón, que cada vez que EEUU intenta un
acercamiento al régimen la respuesta de La Habana es violenta y grosera
(crisis de Octubre, subversión en América Latina, invasión de Angola y
Etiopía, éxodo masivo Mariel 1980, éxodo masivo de 1994,
derribo de avionetas civiles de , declarar
“constitucionalmente” irreversible al socialismo), no se puede olvidar
que esas fueron acciones, provocaciones, hechos concretos, nunca
discursos y declaraciones solamente, que es lo que ha habido en este
caso hasta ahora.
¿Qué podrían comenzar mañana esas acciones? Es posible, pero no
obligado. Además, en ninguno de esos momentos mencionados las tensiones
subyacían con tanta fuerza en los cubanos, ni la situación económica y
social en la Isla era tan grave, compleja y sin futuro como en estos
momentos, en que incluso la mayor apuesta económica de Raúl Castro, el
súper-puerto de El Mariel, lleva más de un año llenándose de telarañas
sin que aparezcan inversionistas, cuando el mismo régimen admitió
necesitar $2.500 millones anuales en inversión extranjera.
Ninguno de los dos hermanos Castro es suicida como para rechazar, en
medio del caos cubano creado por ellos mismos, la oportunidad de
mantenerse en el poder con dólares de EEUU. Gritarán y lanzarán su
“bluff” de jugador de póker, pero como el título de aquella película
cubana, hasta cierto punto. De ahí no pasarán. Y todas sus demandas
absurdas siempre irán quedando para después.
Lo dicho aquí no tendrá el favor de muchos, y puedo equivocarme en mi
análisis, claro está. El tiempo dirá.

Source: El gran alarde de Raúl Castro – Artículos – Opinión – Cuba
Encuentro –
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/el-gran-alarde-de-raul-castro-321812

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