Para la libertad
Para la libertad
FRANCISCO ALMAGRO | Miami | 21 Dic 2015 – 4:04 pm.
En una de las escenas más conmovedoras de The Shawshank Redemption
—proyectada en el mundo latino como Cadena perpetua o Sueño de fuga—, el
actor James Whitmore que encarna al bibliotecario de la prisión, se
cuelga en la habitación de un hotel poco después de recibir la libertad
condicional. El anciano ha estado en prisión las dos terceras partes de
su vida y no soporta la presión del trabajo, el ruido de las personas,
ni siquiera la risa o la bondad de otros seres humanos. No sabe qué
hacer como hombre libre y decide ponerle fin a su vida.
Y es que la libertad humana debe definirse como aquella condición donde
la persona tiene el derecho y el deber de escoger. Ningún otro ser
viviente está dotado de capacidad para la libertad, para prever las
consecuencias de una u otra opción, incluso hacerla posible. Ni siquiera
los niños pequeños son completmente libres pues se lo impide su
inmadurez, que no es otra cosa que su inhabilidad para predecir y
responder por sus acciones. El derecho a elegir libremente viene dado en
el ADN humano. Nadie lo otorga. No depende de los otros. Nadie debe
impedir la libertad, pero tampoco nadie puede responsabilizarse con la
decisión de los otros. La libertad es un derecho que no se cede pero
puede negociarse —otra forma de elegir.
El derecho a elegir lleva en sí una gran responsabilidad, un deber:
mientras más libres son los hombres más responsables deben ser sus
elecciones. Por supuesto, una buena elección depende, en buena medida,
de cuánto se sabe sobre algo y cuán veraz es la información que se
tiene. Libertad y elección están encadenadas a la información —y su
veracidad solo es asequible a través de la confrontación de diferentes
fuentes.
Teniendo claros estos conceptos, volvamos a analizar el drama humano de
miles de cubanos que ahora transitan por América buscando la “frontera
salvadora” mexicano-norteamericana. Formalmente han sido hombres y
mujeres libres. Desaparecida la “tarjeta blanca” y la ausencia de visa
para salir hacia Ecuador, han comprado boletos, se han montado en un
avión y han desembarcado en tierras donde, creían, había libertad para
transitar a través de las fronteras. Primera desinformación: las
fronteras delimitan naciones con leyes diferentes. Negarles el paso a
través de sus países es inhumano, pero no es ni ilegal ni inmoral. Es el
derecho-responsabilidad de cada país escoger quién entra y quién no.
Una vez en esos países, la mayoría de nuestros hermanos han creído que
por ser cubanos —y alguna vez haber ayudado en la salud y la educación
de Nicaragua, por ejemplo—, o por estar sometidos a una “tiranía”, hay
que darle libre paso hacia el norte. Segunda desinformación: hoy Cuba
cobra —muy bien por cierto— toda colaboración a esos países, y América
Latina en general y Centroamérica en particular, es gobernada o tiene
muchos parlamentarios afines a la “tiranía” cubana. Nuestros hermanos
centroamericanos perciben a los cubanos migrantes como ingratos,
favorecidos por leyes norteamericanas que devalúan al resto de los latinos.
Los cubanos varados en Centro y Suramérica se están preguntando que van
a hacer los “americanos” quienes, según la propaganda del régimen
cubano, son los únicos responsables de este entuerto, y “tienen” que
resolverlo. Según lo que han oído toda la vida, la Ley de Ajuste Cubano
y la Ley de Pies Secos han estimulado la salida de miles de
compatriotas. Parece que todo se resume en “llegar a Miami”. Tercer
error perceptual: los norteamericanos no estimulan las salidas ilegales
ni tienen por qué proteger a emigrantes económicos aunque sean cubanos.
La Ley de Ajuste y la Ley de Pies Secos son, se supone, para personas
perseguidas a causa de sus ideas. Con el pragmatismo que caracteriza a
ciertos políticos norteamericanos, muchos están preguntando por qué
proteger política y legalmente a “perseguidos” que regresan a Cuba al
año y un día.
Solo en los últimos días los compatriotas asentados en el sur de La
Florida han comenzado a movilizarse. Las autoridades no habían hecho un
solo pronunciamiento oficial sobre el tema. Algunos hermanos en
travesía pensaban que los cubanos de Dade, Broward y Monroe County iban
a fletar aviones, recaudar millones y, como dijo un presentador de
televisión, acoger a un cubano en sus hogares. Cuarta desinformación: la
indolencia de los cubanos por acá —con sus razones— por lo que pase o no
pase en la Isla es sorprendente. Si los cubanos que vienen en camino
creyeron que por acá iban a tener una masiva acogida —fuera de la TV que
les llegaba en el “paquete”— tuvieron el cuarto error perceptual.
Pudiéramos continuar enumerando errores de percepción que por estar
desinformados han tenido nuestros compatriotas, empantanados en
fronteras hostiles y viviendo como verdaderos beduinos o judíos
errantes, sin tienda ni tierra propia. Pudieron haber pensado que una
vez salidos de Cuba serían personas enteramente libres, que al tomar el
avión terminarían todas las privaciones materiales y espirituales que
han tenido en su vida, causa y motor primario de cualquier éxodo desde
tiempos inmemoriales.
Quinto y no menos importante error de cálculo: cómo piensa y actúa el
Gobierno norteamericano, el mismo que mantuvo 18 meses de conversaciones
secretas, y el mismo que, por otro lado, probablemente puso el primer
“stop” a la salida desde Cuba pues en año de elecciones sería un golpe
demoledor para los demócratas. No ha habido una sola declaración oficial
del Ejecutivo hasta ahora. ¿Por qué será? ¿Relocalizarán a los cubanos
en Guantánamo de nuevo, a pocos metros de los genocidas islamistas?
¿Propiciarán una nueva colonia cubana en Costa Rica, como la que ya hubo
en el siglo XIX, hasta que pasen las elecciones? ¿Usarán sus portaviones
para trasladar los cubanos a territorio continental y repartirlos por
los despoblados y fríos estados de la frontera con el Canadá?
¿Devolverán a esos cubanos a la Isla con la promesa de irles dando
visado para entrar “ordenadamente” a EEUU?
De lo que casi podemos estar seguros es que nuestros hermanos cubanos no
se van a colgar como el bibliotecario de la película. Están vivos.
Cocinan, rapean, juegan ajedrez y “textean” a amigos y familiares. Son
más libres, y no porque estén fuera de Cuba. Son más libres aun cuando
la posibilidad de elegir se les escape de las manos, porque ahora pueden
tener suficiente información —veraz— para hacerse responsables de sus
propias decisiones.
Source: Para la libertad | Diario de Cuba –
www.diariodecuba.com/cuba/1450395280_18916.html
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