Obama en Cuba – Carlos Alberto Montaner
Obama en Cuba
CARLOS ALBERTO MONTANER | La Habana | 20 Mar 2016 – 10:11 am.
El presidente norteamericano no ha puesto un pie en Cuba y el régimen ya
lo bombardea. Primero fue un largo editorial de Granma. ¿La esencia?
Cuba no se moverá un milímetro de sus posiciones socialista y
antiimperialista, incluido su apoyo al engendro chavista en Venezuela,
enorme fuente de subsidio para los cubanos, de quebrantos para los
venezolanos y de desasosiego para los vecinos.
Luego el canciller Bruno Rodríguez, el chico de los recados
diplomáticos, le advirtió que su Gobierno no agradecía que Obama hablara
de empoderar al pueblo cubano. Tampoco, de que trataran de imponerles
internet. Cuba, dijo, “protegerá la soberanía tecnológica de nuestras
redes”. En lenguaje llano quiso decir que la policía política seguirá
controlando las comunicaciones. De eso y para eso viven.
El presidente norteamericano no se amilanó. Hablará sin tapujos de los
derechos humanos en su visita a Cuba. Lo ha dicho, y lo va a hacer. Pero
hay más: Barack Obama, aparentemente, no visitará a Fidel Castro. (Con
cautela: nunca digas de este dictador no beberé). Al menos por ahora
inhibirá la curiosidad antropológica que siempre despierta el
tiranosaurio mayor. Hoy es una encorvada caricatura de sí mismo, pero
tiene cierto morbo conversar con un señor de la historia que se las ha
ingeniado para llevar 60 años revoloteando por los telediarios.
Obama, además, tendrá la generosidad de reunirse con algunos de los
demócratas de la oposición. Ahí hay todo un mensaje. Es una buena
lección para Mauricio Macri, que todavía no ha ido, y para François
Hollande, que ya pasó por La Habana y no tuvo la valentía cívica de
realizar un gesto solidario con los disidentes. Obama se reunirá con los
más duros. Les pasará el brazo por encima a los peleadores. A los más
apaleados y curtidos. Esos a los que la policía política califica
falsamente de terroristas y agentes de la CIA.
En todo caso, creo que Obama no ha calculado bien el avispero en el que
se ha metido. Ha decretado unilateralmente el fin de la Guerra Fría con
Cuba, pese a que la Isla insiste en asistir militarmente a los
norcoreanos, ayudar a los terroristas del Medio Oriente, respaldar al
sirio Bashar al-Asad o a los ayatolas iraníes. Tampoco importa que
dirija la orquesta de los países del Socialismo del Siglo XXI (Cuba,
Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua), todos decididamente
antinorteamericanos y empeñados en revivir la batalla que dejó
inconclusa la URSS.
Obama se siente invulnerable. Cabalga un enorme elefante, el mayor que
ha conocido la historia y, desde su perspectiva de primera potencia
planetaria, estos pintorescos enanitos latinoamericanos son algo así
como unas pulgas que serán naturalmente aplastadas por el peso de una
realidad inevitablemente apabullante.
Pudiera ser, pero hay un grave problema lógico. En Panamá, Obama declaró
que Estados Unidos había renunciado a intentar cambiar el régimen cubano
mientras, simultáneamente, continuará impulsando la defensa de los
derechos humanos y la visión democrática occidental. Esa es una clara
contradicción.
La dictadura de los Castro viola los derechos humanos, precisamente,
porque suscribe la visión leninista de que esos son subterfugios de la
encallecida burguesía capitalista. No cree en ellos. La “revolución”
suscribe otros valores, expresados en los llamados “derechos sociales”,
y, para alcanzarlos, le otorga al Partido Comunista la dirección única y
total de la sociedad. Eso es lo que dice la Constitución, inspirada en
la que Stalin impuso en la URSS en los años 30.
Cuando un cubano expresa su criterio libremente y éste contradice al
dogma comunista, no está ejerciendo su derecho a la libre expresión del
pensamiento, sino cometiendo un delito. Cuando dos o más cubanos tratan
de reunirse para defender sus ideales o intereses fuera de los cauces
oficiales, no están ejerciendo el derecho de reunión. Están cometiendo
un delito.
Estos atropellos no tendrán arreglo hasta que la Isla no cambie de
régimen. Es seguro que la inmensa mayoría de los cubanos radicados en su
país verán esta visita con mucho entusiasmo. Es posible que el deshielo
mejore las condiciones de vida de algunos. Incluso, es más que probable
que ciertos exportadores norteamericanos se beneficien de la apertura de
ese famélico mercado, aunque la factura la acaben pagando los
contribuyentes estadounidenses.
No obstante, ahí no habrá libertades, ni respeto por los derechos
humanos, ni se le pondrá fin al antiamericanismo militante y al espíritu
de Guerra Fría, hasta que no termine el régimen totalitario y sea
sustituido por una democracia real. Y eso, difícilmente, se conseguirá
haciéndole concesiones unilaterales y sin costo a la dictadura. El
apaciguamiento nunca ha sido una buena política, como se ha confirmado
en la Norcorea de la dinastía fundada por Kim il-Sung y ya se vio en la
Alemania de Adolfo Hitler. Los matones confunden la benevolencia con la
debilidad.
Source: Obama en Cuba | Diario de Cuba –
www.diariodecuba.com/cuba/1458428582_21058.html
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